Archivos para septiembre, 2015

VISIÓN. MISIÓN. VALORES.

domingo, septiembre 27th, 2015
Bandera-Mexico
Parece que nuestros hijos no deberían descender de la clase media ni simpatizar con causas de reivindicación social, porque aquí en México es peligroso para sus vidas. No deberían desafiar el pensamiento hegemónico de la única clase social que permite vivir sin joder, pero que muchos se empeñan en usar como trampolín para subir a donde están los que más joden.
Espero que nuestros hijos aprendan lo más que puedan en la escuela y lo menos posible de nuestro comportamiento al volante, nuestra indiferencia con el prójimo y nuestro alardeo en Facebook. Que no solo aprendan a leer libros, sino a leer a la gente; así se sorprenderán más y se decepcionarán menos. Que el éxito sea consecuencia de su comportamiento y ascendencia con los demás y no un fin a alcanzar sin importar los medios. Que sean más felices con lo que puedan hacer que con lo que puedan comprar. Que tengan más buenos amigos que fervientes seguidores. Y que reconozcan al prójimo en la gente que puede menos o que no vive tan bien como ellos.

Cuando la publicidad mata al fútbol.

miércoles, septiembre 16th, 2015

  No soy un futbolero de hueso colorado, sino solo un aficionado que ve los partidos trascendentes o vuelve a ver encuentros históricos de pasados mundiales en Youtube. Por lo mismo, no entro en acaloradas discusiones futbolísticas, ni siquiera en defensa de mi equipo Boca Juniors o de mi Selección Argentina (Pido permiso a la Secretaría de Relaciones Exteriores para conservar y exhibir esa parte de mi corazón albiceleste aún habiéndome privilegiado con la naturalización mexicana). Donde sí me siento cómodo para la crítica es en el ámbito publicitario, y es allí que, desde mi llegada a México en 2001, me llamó la atención el triunfalismo de los canales de televisión cada vez que anunciaban un clásico y, sobre todo, un juego contra Estados Unidos. El exagerado argumento de la pasión y los ánimos caldeados, más los falsos gritos de entusiasmo de los locutores me hacían arrugar la nariz.

En Argentina tuvimos una movida similar en los 90, porque veníamos de un campeonato y un subcampeonato mundial. La “pasión” del fútbol quizás haya sido creada entonces, en las exacerbadas pautas publicitarias de Cerveza Quilmes, CocaCola, los diarios y las compañías de teléfono. Todos querían emular el grito de las hinchadas, el amor por los colores. Es decir, todas las marcas querían ser iguales que los hinchas, pero a la vez diferenciarse del resto de las marcas.

La “pasión”, tal vez haya sido un invento que ahora estamos obligados a sostener y sobreactuar: ¿Dónde se ha visto un argentino que no sufra, que no le grite al televisor o no putee durante un juego? A mí me pasa que si no me emociono tanto como mis amigos que se arrodillan y se envuelven en la bandera ante cada tiro libre, pienso que estoy perdiendo la pasión y dejando de ser argentino.

¡Ya chole con la pasión!

El próximo 10 de octubre la selección mexicana de fútbol se enfrentará a la de Estados Unidos por el pase a la Copa Confederaciones de Rusia en 2017; lo vi anunciado durante el más reciente juego de Argentina versus México a través de la transmisión web de Televisión Azteca.

Durante el medio tiempo pusieron el spot de promoción. En ese momento México ganaba 1 a 0 y estaba jugando bien, por lo que Christian Martinolli, Jorge Campos y demás relatores ya venían calentando el ambiente para que el promocional presentara al Tri aún más contundente.

Empezó el spot con la bandera y el himno de Estados Unidos, hasta que una imagen y sonido distorsionado mostraron a Donald Trump en una de sus recientes y famosas declaraciones en contra de los inmigrantes mexicanos. Cuando Trump dice: “No envían a lo mejor…” muestran imágenes de Cuauhtemoc Blanco y Giovanni Dos Santos siendo presentados en sendos clubes gringos. Cuando Trump sentencia: “Ya no tenemos victorias; el Sueño Americano está muerto…”, se muestran imágenes de Donovan —el máximo goleador gringo— entristecido ante un gol de México, más una serie de anotaciones a cargo de formaciones históricas del Tri.
Cualquiera podría dar por bueno el recurso, el insight, incluso la ocasión para usar las declaraciones de Trump a propósito del enfrentamiento de las dos selecciones. Sin embargo, está muy alejado de lo que la creatividad publicitaria debe respetar. El spot presenta al equipo mexicano como el “Coco” de Estados Unidos, pero históricamente los resultados no han sido tan espectaculares como para poner a temblar a EUA. Las declaraciones de Trump son de hace un mes y se contrastan con situaciones de hace diez años atrás. El spot en general vuelve a traer a la mesa un tema que ha herido el orgullo de miles de migrantes y propone al Tri como redentor, como el que le tapará la boca al precandidato republicano, cuando en realidad se trata de un partido de fútbol contra una selección integrada por jugadores que probable o seguramente no opinan como Trump. Peor aún, el apasionamiento mexicano manifestado por TV Azteca (pasa lo mismo con Televisa) decae hasta el malinchismo en cuanto la portería del Tri recibe un gol.

En el juego contra Argentina ya iban a darle los Guantes de Oro al portero Moisés, pero en cuanto recibió un gol, le restaron todo apoyo y hasta se burlaban de él. ¡Ni hablar cuando Lionel Messi le anotó el segundo gol por entre las piernas! Martinolli y compañía pedían el fin del juego a gritos ya mostrándose descaradamente fans de Messi… O sea, los relatores del mismo canal que durante el medio tiempo apoya al Tri como el ejército de valientes que nos redimirá de los insultos del magnate, rehúyen y se cambian de bando cuando empieza a inclinarse la cancha…

La publicidad es argumentación, exageración y puede llevar el discurso a extremos provocativos, pero sus argumentos deben poder sostenerse y ser verdaderos, o lo más cercano posible a la verdad. Tentarnos por la ocasión y la oportunidad no es más que una salida creativa, pero si esa salida provoca rencor y “amarra navajas”, entonces no es creatividad publicitaria y se queda en el ámbito de la brabuconería de banqueta, donde sabemos que lo que se dice con la boca, hay que poder sostenerlo con los puños; en este caso con los pies y en la cancha. ¡Que viva México y el Tri, pero que los canales mejor no les ayuden!

Los mexicanos solo matan a sus amigos.

sábado, septiembre 12th, 2015

  
«El pueblo de Aztlán, predecesor de los aztecas, llegó al valle donde ahora se alza la ciudad de México en busca de una imagen anunciada por la profecía: un águila devorando una serpiente. La escena fue avistada en un islote del lago de Texcoco. Cierta o falsa, la imagen fundacional adquirió rango de anunciación. En plan políticamente correcto se puede pensar que representa una mezcla de culturas (un animal del cielo encuentra a uno terrestre). También representa un acto de depredación. Seguramente, nuestro escudo es el único que entiende la identidad como un pleito a muerte.

Esto recuerda lo que William S. Burroughs le contestó a Jack Kerouac cuando le preguntó si México era un país violento: “No te preocupes, los mexicanos solo matan a sus amigos”. El asesinato naturaliza. Aunque el escritor beat exageraba, en cada una de nuestras monedas un animal trata de matar a otro.»

Mi Padre el Cartaginés. Juan Villoro, Revista Orsai

http://editorialorsai.com/revista/post/n1_villoro

Realismo trágico

jueves, septiembre 3rd, 2015

 Con las manos en la musa atraparon al Piazzollero, un típico matón Benedetti del Sur, famoso por disolver a sus víctimas en acid jazz.

Soldados acuartelados en la zona del Vallejo, allanaron este Sábato el viejo Galeano del lote baldío donde el Hemingway 5 hace un Girondo para desembocar en las Fuentes. Allí, el criminal se disponía a Cortázar las extremidades de un cadáver amarrado a una Murakami de madera.

Cuando vieron al Piazzollero de espaldas en plena acción, los soldados se llevaron un gran Rulfo. El comandante volteó hacia ellos con el índice en la Bukowski; por fin se encontraba al mito en Pessoa y no quería echar a perder la ocasión. Apretó la empuñadura de su Onetti y apuntó directo a la Neruda del asesino que apoyaba su rodilla sobre la Vargas Llosa manchada de sangre.

El disparo sonó como un Storni en la pequeña habitación y el Piazzollero acabó con la cara hecha una Gelman sobre la Carpentier del clóset.